Sprinters es una de nuestras novedades, y en esta ocasión decidimos entrevistar a Lola Larra para que nos explique y adentre en su modelo de escritura.
¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Pensaste desde un principio combinar los medios: storyboard, las declaraciones y la narración?
El proceso para dar forma a Sprinters fue largo, como ha sucedido con casi todos mis libros, aunque éste se lleva la medalla. Soy una escritora exasperantemente lenta, lo que tiene sus problemas pero también sus ventajas.
Todo empezó hace unos 14 o 15 años, cuando comencé a interesarme por el tema de Colonia Dignidad, y me puse a reunir información cuando aún vivía en Madrid, y luego al volver a Chile, sin saber exactamente si escribiría una crónica, un libro de no ficción, un guión o una novela. Al final, Sprinters es un poco de todo eso.
Hace 10 años hice la “Ruta del Colono”. Visité la Colonia y a varios ex colonos a lo largo del sur de chile en un viaje muy triste y revelador en el que afortunadamente me acompañó el fotógrafo Cael Orrego. En ese entonces también conocí y entrevisté a muchos que me ayudaron en la investigación y cuyos testimonios aparecen directa o indirectamente en la novela. Periodistas como Carola Fuentes. El abogado Hernán Fernández, cuya ayuda fue fundamental. Cineastas, escritores y periodistas. Pero sobre todo hablé con colonos, ex colonos y chilenos que fueron víctimas del régimen de Colonia Dignidad, y que aceptaron contarme su vida.
A fines de 2007 di por terminada la investigación, y en ese momento fui incapaz de escribir. Después de todas las entrevistas, viajes, juicios, lecturas y clasificación de documentos, después de molestar a gente pidiendo información y de incomodar a otros tantos haciéndolos revivir los malos ratos que pasaron allí dentro… yo no era capaz de ponerlo en papel. Hasta que con el pasar del tiempo y cuando se fue asentando todo aquello que había investigado y escuchado, poco a poco se fue perfilando la protagonista de Sprinters, Lutgarda. Entonces entendí que tal vez solo desde la ficción podía escribir la historia que de verdad quería contar sobre Colonia Dignidad. Que no es la historia del caso de Colonia, de los cientos de casos criminales que la rodean, sino una historia más íntima y pequeña, que sobre todo busca entender y contar cómo veían el mundo los colonos.
Solo las herramientas de la ficción me permitían ponerme de verdad en el lugar del otro, entender a ese otro tan ajeno para mí como eran los colonos, comprender las razones del otro. Porque, ¿cómo entender a alguien con una experiencia de vida tan radicalmente distinta a la nuestra, marcada por esa tragedia? ¿Cómo hacerlo sino solo desde el poder que nos otorga la ficción? Una de las mejores cosas que logra la literatura es que podamos ponernos en el lugar del otro. Tanto al escribir como al leer. La historia de este libro es una historia real, y nada en el libro traiciona los hechos, he sido sumamente cuidadosa en eso, pero para entenderla y contarla tuvo que ser atravesada por la ficción. Y eso, así como el coraje de la protagonista, logra convertir esa historia terrible en una novela que creo que también tiene mucho de luminosa y de esperanzadora.
Esa estructura híbrida que tiene, que mezcla ficción y no ficción, se fue armando a medida que avanzaba el relato. Está la novela como tal, protagonizada por Lutgarda, una colona. Está el guión, que narra la fuga de la Colonia de dos adolescentes. Y están las declaraciones reales, que provienen de entrevistas y de documentos judiciales, y de las que no quería prescindir, porque son muy potentes y dan un buen contrapeso a la ficción.
¿En quién o quiénes te inspiraste para el personaje de Lutgarda, la colona que de alguna forma guía la historia?
En muchas colonas que entrevisté. De ellas tomé muchos detalles que dan vida al personaje. Su vida, su pasado, sus experiencias vitales, se inspiran en muchas cosas que me contaron esas colonas. Pero también es una personaje independiente de la realidad, por decirlo de alguna manera, un personaje cuya denominación de origen es la ficción.
Quería que la protagonista fuera una mujer, porque siempre que se ha hablado de la Colonia se ha hablado desde los hombres: sean ellos los malos (Schäfer y los jerarcas) o sean ellos las víctimas (los niños violados, los desaparecidos, los colonos fugados…). Hasta ahora las mujeres de la Colonia han sido invisibles. Y es porque allí realmente eran prácticamente invisibles, considerados seres de tercera y cuarta categoría, “peores que las gallinas porque ni siquiera ponen huevos”, como les decían.
También quería que fuera una mujer que aún viviera en la Colonia. Que hablara desde dentro. Que hubiera decidido permanecer allí. Y que hubiera podido mantener, pese a todo, una dignidad y una cordura muy especiales. Sabe de los horrores que han ocurrido allí, es inteligente y perspicaz, pero no confía en el mundo exterior, no hay nada afuera que le llame la atención como para querer irse.
En el momento en que comienza la novela, Lutgarda ha pasado los cuarenta, toda su familia se ha marchado de la Colonia y ella decide iniciar una búsqueda, una investigación: de joven fue testigo de la muerte de un niño alemán que murió en extrañas circunstancias una tarde de cacería. Aunque le han dicho que fue un accidente, ella cree que fue un homicidio, pero nadie se pone de acuerdo en quién fue el culpable. La novela es, en parte, el relato de esa muy sui generis‘investigación’ y de las razones que tiene Lutgarda para llevarla a cabo.
¿Cómo fue el trabajo con Rodrigo Elgueta para dar forma a los storyboard?
Elgueta es un maestro, un artista excepcional y una persona encantadora. Trabajar con él fue una delicia, un proceso muy enriquecedor para mí y para el libro. Él leyó el manuscrito, luego estudiamos fotografías y documentos que forman parte de la investigación (y que se pueden ver en la web www.sprintersnovela.com) y entonces Rodrigo comenzó a trabajar a lo largo de varios meses para darle forma al story, cuyo resultado es maravilloso.
En el manuscrito original la parte que ahora es story board iba escrita, como si fuera un tratamiento de guión, y fue el editor Alvaro Matus al que se le ocurrió, un poco pensando en mi anterior libro, Al sur de la Alameda, que podían ir dibujadas. Fue un acierto y una apuesta de la editorial.
En Sprinters el tema de los abusos y las violaciones de los Derechos Humanos en Colonia Dignidad se trata con cierta negación por parte de los colonos, tanto de los personajes como en las declaraciones ¿Fue un sentir generalizado durante tu investigación?
Depende de los colonos con los que hables. Muchos de los ex colonos, los que se fugaron con mucho esfuerzo y pasando muchas penurias, tienen muy claro las violaciones a los DDHH que ocurrieron en la Colonia y de las que ellos fueron víctimas. Y de hecho, algunos como Wolfgang Müller Kneese, el primer fugado, trabajan junto a abogados y organizaciones para intentar restituir un poco de justicia. Hay muchos ex colonos admirables que, a pesar de no haber recibido nunca las compensaciones que merecen, siguen luchando para que no olvidemos lo que sucedió allí. Desgraciadamente se chocan todo el rato con un muro de indiferencia por parte de las instituciones, tanto en Chile como en Alemania.
Pero cuando entras a la Colonia y hablas con los que aún permanecen allí, claro, el punto de vista es distinto. Muchos minimizan lo que ocurrió, otros no quieren acordarse. Es algo muy complejo, que merecería un profundo estudio de psicología o de antropología social.
Las reflexiones de Lutgarda en torno a lo que ocurre en Colonia Dignidad debían ser coherentes con el personaje, en eso consistía el reto: entender por qué algunos colonos nunca quisieron irse de allí, aunque parezca una locura. Puedes no estar de acuerdo con lo que ella piensa, pero, si el libro funciona, como lector debes ser capaz de entenderla. Y además debes sentir también cómo nos mira ella a nosotros, como a través de sus ojos podemos ver lo que son nuestros propios errores como sociedad, los horrores que ocurren acá afuera, y cómo los negamos.
Pueden saber más de Sprinters en su sitio web.