Migajas
El atentado a personalidades de la esfera política es una tónica constante en la historia. El autor solamente ha escogido y descrito algunos; si hubiese querido contar todos los que se mencionan en las fuentes históricas, se habría necesitado construir como mínimo una pequeña biblioteca para cien tomos. Siempre ha habido y habrá gente que crea que el éxito de un meticuloso atentado acarreará las consecuencias deseadas por sus ejecutores. Sin embargo, casi nunca (salvo en contadas y discutibles excepciones) sucede eso.
La muerte de la persona escogida, o bien no cambia nada, o bien acarrea consecuencias no previstas por sus autores. Pero todo este asunto es un cenagal en el que, de momento, no tengo intención de meterme. Mientras leía el libro, pensaba en otra cuestión: las víctimas acompañantes. Víctimas que perdieron la vida simplemente porque se encontraban cerca de un tiroteo o en el radio de acción de una bomba que estalló en mil pedazos. Los terroristas pueden estar guiados por lo que entienden son los motivos más nobles; sin embargo, toda esta magnanimidad se va al diablo, porque saben, deben saber de antemano, que en un coche atacado habrá al menos un chófer; en un avión, tripulación; y en una casa, personas que vivan en esa casa.
En el atentado callejero perpetrado contra Alfonso xiii murieron treinta personas. El atentado y el rey engrosaron la historia, pero los que por allí pasaban y fueron masacrados solo aparecieron una vez en las necrológicas. Los heridos, que a buen seguro eran muchos más, tuvieron que luchar durante años con sus mutiladas y acuchilladas vidas en un silencio indiferente… Podría llegar a pensarse que, al menos en el pasado, cuando aún no se conocían las armas de fuego ni los explosivos, los atentados tenían un cariz menos sangriento. Pero no es así. Por lo general, no solo el soberano se convertía en una víctima, sino también −y por si acaso− toda su familia. Los historiadores de aquellos tiempos así lo atestiguaban, aunque para ellos no era un suceso demasiado trascendente. Por lo general ni se mencionaba a los guardaespaldas ni a los siervos con los que los autores del atentado se habían topado por el camino. «Donde pan se come, migajas caen», dice ese terrible y realista proverbio. Nunca han faltado migajas humanas… En la actualidad, y ante nuestros ojos, va adquiriendo cuerpo, lenta pero inexorablemente, una nueva forma de asesinato: el atentado terrorista, dirigido expresamente contra individuos accidentales.
Cada vez es más difícil atacar a un político, ya que siempre van acompañados de escolta y se desplazan en coches blindados. Pero ¿qué pasa con toda esa gente que se apiña en las estaciones de tren, en el metro, en los grandes almacenes, en los bares, salas de espera y grandes edificios? Son presa fácil e indefensa, y no ponen en peligro la vida del cazador. Solo tienen que depositar allá donde quieran su mortífero arsenal y, después, escuchar las noticias desde algún lugar apartado. Cuanto más sangrienta resulte la matanza, tanto más contentos y orgullosos se sentirán. La enciclopedia de Carl Sifakis no se ocupa de este nuevo tipo de atentado. En ella solo encontramos reyes, emperadores, primeros ministros, ministros, presidentes y caudillos. No se han tenido en cuenta las biografías de todas esas personas que los acompañaban porque, a decir verdad, sería muy difícil recrearlas. Pero nada impide que se erija otra enciclopedia dedicada a las víctimas de los atentados terroristas actuales. Algunas de ellas, gravemente mutiladas, ciegas, privadas de manos, piernas o sensibilidad, todavía viven. Valdría la pena mostrar cómo es su vida. Su desgracia no se debió a que desempeñaran un cargo allí, sino a algo en apariencia tan insignificante como que entraron en ese sitio, salieron de él, se detuvieron allí un momento o, simplemente, ya era de noche y marchaban hacia sus casas. Pienso que le hace mucha falta a este mundo una enciclopedia como esa. Si verdaderamente fuera escrita desde un punto de vista imparcial se convertiría en un serio competidor por el premio Nobel de la Paz.
La enciclopedia de los atentados, Carl Sifakis, diferentes traductores. Varsovia: Real Press, 1994.
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