Fundación Salvador Allende fue al reciente lanzamiento de la novela gráfica Los años de Allende y entrevistó a Carlos Reyes -guionista- y Rodrigo Elgueta -ilustrador. Aquí, la interesante conversación:
«Estuvimos en el lanzamiento de “Los años de Allende”, realizado el 7 de abril en Gam, donde se reunieron sorprendidos adultos que hojeaban momentos de su vida hechos cómic y entusiastas jóvenes que se adentraban en la historia política de nuestro país de una manera poco convencional. A la salida conversamos con sus creadores, Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta, quienes se mostraron felices por el recibimiento de lo que ellos llaman su “historieta documental”.
Fue un mexicano, el editor Rafael López de Hueders, quien incitó al guionista Carlos Reyes a indagar en la historia de la Unidad Popular. No fue difícil convencerlo porque la idea ya le rondaba. Se le unió entusiasta el ilustrador Rodrigo Elgueta para dar vida a Los años de Allende (Hueders), una novela gráfica escrita bajo la mirada del personaje John Nitsch, un corresponsal norteamericano que llega a Chile para reportear la inédita experiencia del socialismo democrático. Prontamente Nitsch se hará amigo de Claudia, una joven relacionada con el MIR, con quien descubrirá las calles de Santiago y la efervescencia política y cultural de los ’70.
Por qué creen que hoy se puede hacer una historieta sobre este período tan relevante y doloroso de la historia de Chile.
Rodrigo Elgueta: Yo observo una lógica en el proceso que está viviendo la historieta chilena y este libro llega en un momento en el cual estamos aprendiendo a mirar nuestra propia historia para buscar lo que realmente ocurrió. La persona que lea “Los años de Allende” se va a dar cuenta que va a poder acercarse a un resumen muy bueno con respecto de lo que ocurrió en ese período. Lo que tratamos de mostrar en este libro es este complot que impidió que Allende gobernara. O sea, desde el primer día que se supo que era posible que Allende saliera, comenzó el complot. Yo creo que ese es uno de los valores que tiene este libro para las nuevas generaciones.
Carlos Reyes: Ya hace un rato también se están abordando estos temas. No solo de Chile, sino también lo hemos estado viendo con amigos que están haciendo historietas documentales en otros países, como periodísticos documentales, si se quiere llamar así. Toda la información de esta novela gráfica está a disposición de todo el mundo en todos los libros que se han publicado sobre el tema, que son cientos. No todo el mundo lee esos libros, porque son unos mamotretos históricos. Yo me tuve que leer muchos de ellos, libros que la gente no está interesada pero cuando están en historieta el switch cambia. Hay dibujos, hay acción, hay personajes.
Ustedes hicieron toda una investigación para esta novela gráfica asesorados por el historiador Manuel Vicuña y el escritor Marcelo Mellado. Cómo fue ese interiorizarse con archivos, documentos, discursos.
C.R: Con Vicuña tuvimos un par de reuniones y lo que hizo fue decirnos qué cosas no podíamos dejar fuera, como una atmosfera general. Mellado nos dio ese contacto con el cotidiano y él revisó el guión y decía “¿sabes? los del PC no habrían dicho esto”. Nos contó pequeñas anécdotas que no están en los libros. Mellado para mí era mi hombre de contención del día a día y Vicuña fue el intelectual que dijo esto es lo que no puede faltar. Todo lo demás lo investigué yo, buscando por lo menos en unos veintiséis libros que leí. En un momento me volví un poco loco. Tenía mucha información y me paralizó durante semanas. También me sirvieron muchos testimonios de la gente de la época, de la gente común, de lo que la gente pensaba que pasó, “aquel día me levanté y sentía que Allende”, lo que sentían. Entonces eso lo puse en los personajes.
R.E: Miré muchas fotografías. La idea era darle una nueva visión, que sea solo una guía para que también apareciera esta imagen libre. Al mismo tiempo miré internet como referencia, un tipo de ropa determinado, buscaba chaquetas de 1970 y aparecen; teléfonos, cosas cotidianas, marca de cigarrillos de esa época. Lo otro que tuve que hacer es que en Santiago hay muchos lugares que todavía se mantienen igual. Tomé muchas fotografías, salí a recorrer las calles, porque prácticamente no se han modificado.
Hablando de la figura de Allende, qué características de él quisieron retratar en esta novela gráfica.
C.R: Para nosotros es un héroe trágico. Yo siento que hicimos un retrato de Allende desde la distancia, porque nunca entramos en su mente. Nunca él habla desde sí mismo. Hay un solo momento que nosotros hablamos y lo vemos a él preocupado mirando por la ventana de La Moneda. Es el único momento en el que hay una suerte de introspección hacia lo que Allende pudo pensar. Para nosotros Allende sigue siendo una caja negra, una caja negra maravillosamente enigmática y en el libro no nos adentramos en la psicología de él, lo miramos desde afuera. Como ver su tragedia desde todos los demás menos desde él mismo.
R.E: Yo creo que en un ochenta por ciento del libro la imagen de Allende es el gran telón de fondo que genera esta historia de este periodista que viene a cubrir el ascenso de Allende, esta revolución con empanadas y vino tinto. Sobre la técnica, pasamos de la tinta al grafito. Yo quería hacer el momento del bombardeo con lápiz grafito para trasmitir ese dramatismo. Ahí es donde nosotros nos metimos en la intimidad de Allende. Me tocó hacer el momento en el cual Allende da el discurso por la radio Magallanes un 11 de septiembre. Yo estaba con una emoción, fueron días duros para mí, me cuesta encontrar la palabra. Yo creo que Allende encarnó un arquetipo del héroe que se auto inmola, a mí no me van a sacar de acá, voy a pelear hasta las últimas
Y al revés: retratar a los que hicieron el complot, el atentado a Schneider, al guatón Romo, cómo trataron esta otra parte.
C.R: Sabes que es interesante esa pregunta porque en hay solo dos alusiones al presente. Retratamos a los personajes en su momento como debieron haber sido vistos, no como sabemos que fueron después. Presentamos al guatón Romo como el líder poblacional y dice es la esperanza de la gente, todos sabemos quién es después, pero aún hay gente que va a seguir sorprendiéndose. Pinochet aparece como un militar que aparece hablando toque de queda, qué vamos a hacer, yo respeto la constitución. Nadie sabía que eran conspirados. Hemos querido que el lector juzgue eso, nosotros ponemos los hechos. Hay una mano en mi selección y en la de Rodrigo, por supuesto, no podemos alejarnos de la subjetividad, no existe.
R.E: Los complotadores son mostrados en lo que hicieron en su minuto. Es una visión periodística tomada de la revisión de la época. Pero al mismo tiempo eso hace que los muestra en su maldad, en su necesidad de traicionar sin importarles nada. Ese contraste es bien interesante, porque la gente se va a dar cuenta que esos personajes que ahora sabemos que eran traidores los vemos en ese momento y eso tampoco se ilustra mucho.
Su libro revela la participación ciudadana que fomentó la Unidad Popular, ustedes hablan de las brigadas muralistas, los afiches, la nueva canción chilena, citan algunos cineastas, cómo quisieron retratar esa viveza del pueblo chileno en esta época.
C.R: Cuando nos enfrentamos a este libro sabíamos que le cine era potente, la cultura era potente, las brigadistas, las historietas, la editorial Quimantú. La idea era tratar de comprender la cantidad de experiencias que se vivían en ese momento que eran muchísimas y muy potentes. Queríamos mostrar la vorágine del momento. Entonces, cuál fue la actitud que tomamos, vamos a homenajear a toda esa gente. Por ejemplo, la nueva canción chilena con Victo Jara, Quilapayún, en una página homenajeamos al cine chileno, la música que se escucha en la radio, como Los Galos que era otra corriente más popular, más romántica. La información era tanta que tratamos de incorporar esos pequeños homenajes, esas citas, porque el tema principal era el tema político de Allende en esos tres años.
R.E: Desde el punto de vista gráfico traté de hacer un homenaje a todas estas generaciones de fotógrafos, cineastas que registraron este período. Este homenaje va en relación a la técnica que utilicé, aguadas de tinta china, de las cuales quería imitar un poco las fotografías en blanco y negro. El personaje Claudia va a visitar la exposición del Mono González y el mono ahí comenta cómo era el periodo, era un arte para el pueblo. El pueblo participaba, la cultura era cercana al pueblo y eso era una parte de esta revolución que también quería Allende, que la cultura fuera para todos.
Su novela está muy bien documentada, ¿les gustaría, por ejemplo, que fuera un texto obligatorio en los colegios, que lo leyeran niños, jóvenes?
C.R: Sería maravilloso que sucediera eso. De este temo nunca se habla y si se habla es como muy asépticamente, pronunciamiento militar, se acaba, eso es todo lo que dicen. Esta fractura que hay en nuestra historia es como esos temas familiares de los que nadie habla y cuando hablan queda la tendalada en el almuerzo del domingo. Para mí sería maravilloso que lo leyeran y que fuera criticado, no que lo leyeran robóticamente, sino que se hicieran debates. Eso necesitamos, que haya gente que opine.
R.E: Para mí sería un privilegio, un honor que se tomara como una lectura para colegios. Me gustaría mucho que los jóvenes y los niños lo leyeran. Porque voy a insistir en esa idea que es una síntesis que muestra esta historia oculta que ha estado escondida durante tantas décadas a la gente, que no se sabía y que ahora está saliendo a flote. De todas maneras ya hay colegios que están interesados en que nosotros vayamos a dar charlas y estoy seguro que habrán muchos colegios que van a tener este libro en sus bibliotecas y los alumnos lo van a poder visitar y eso ya es importante.»